Si me amáis, guardad mis
mandamientos. Juan 14:15.
Si me amáis. El amor es el móvil impelente de
la obediencia. Si se quiere una definición del "amor", ver com. Mat.
5:43-44; 1 Cor. 13:1. La obediencia que emana de la compulsión o del temor no
es la forma ideal de obediencia. Por supuesto, puede haber ocasiones cuando el
móvil impelente del amor falte o sea débil. En tales circunstancias, es
necesario obedecer sólo por principio. Mientras tanto, el amor debiera ser
cultivado.
La falta del amor
requerido nunca debiera usarse como una excusa para la desobediencia.
Una de las mejores
ilustraciones humanas de la obediencia que emana del amor es la de los hijos
para con sus padres.
Guardad mis mandamientos. La evidencia textual se inclina (cf. p. 147) por el texto "guardaréis mis mandamientos" (BJ). Si bien el futuro puede tener la idea de un imperativo (cf. Mat. 22:37,39), y Jesús sin duda deseaba que sus discípulos guardasen los mandamientos, el uso del indicativo "guardaréis" hace resaltar el significativo pensamiento de que la obediencia es el resultado natural del amor.
La afirmación paralela de
Juan 14:23 está en el modo indicativo y de esa manera apoya este pensamiento.
Los mandamientos de
Jesús eran también los mandamientos de su Padre, pues Jesús no hablaba por sí
mismo (cap. 12:49; 14:10).
El respaldó las órdenes de
carácter moral dadas al antiguo Israel (ver com. Mat. 5:17-19) y magnificó esos
mandamientos (ver com. Isa. 42:21).
Presentó sus
propios requerimientos, tales como el nuevo mandamiento (Juan 13:34), no para
reemplazar alguno de los preceptos morales -que reflejaban el carácter del Dios
inmutable- sino para presentar su verdadero significado y para mostrar cómo sus
principios debieran ser aplicados a las diversas situaciones de la vida. 5CBA
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