viernes, 11 de marzo de 2022

17. ¿DIOS ENDURECIÓ ARBITRARIAMENTE EL CORAZÓN DE FARAÓN?

Y dijo Jehová a Moisés: Cuando hayas vuelto a Egipto, mira que hagas delante de Faraón todas las maravillas que he puesto en tu mano; pero yo endureceré su corazón, de modo que no dejará ir al pueblo.

Entonces Jehová dijo a Moisés: El corazón de Faraón está endurecido, y no quiere dejar ir al pueblo. Éxodo 4:21; 7:14

En la parábola de Cristo del sembrador y la semilla no había diferencia entre la semilla esparcida en una clase de tierra y en las otras, ni tampoco en la forma como fue sembrada. Todo dependía de la recepción dada a la semilla por cada tipo de tierra. De la misma manera, el endurecimiento del corazón de Faraón en ninguna manera fue un acto de Dios, sino más bien una elección deliberada de parte del rey (ver PP 272).

MEDIANTE REPETIDAS amonestaciones y despliegue del poder divino, Dios envió luz que tenía el propósito de señalarle a Faraón los errores de su conducta, para suavizar y subyugar su corazón e inducirlo a cooperar con la voluntad divina (DTG 289).

PERO CADA MANIFESTACIÓN sucesiva del poder divino lo dejó más determinado a hacer su propia voluntad. Al rehusar ser corregido, despreció y rechazó la luz hasta que quedó insensible a ella, y la luz finalmente le fue retirada. Fue pues su propia resistencia a la luz lo que endureció su corazón. Aun los paganos reconocieron que fueron Faraón y los mismos egipcios quienes endurecieron su corazón, y no Dios (1 Sam. 6:6).

Los comentadores han diferido mucho en su comprensión del endurecimiento del corazón de Faraón, aquí atribuido a Dios, Hay en conjunto diez declaraciones tales, En ocho de ellas (Exo. 4:21; 9:12;10:20; 27; 11:10; 14:4, 8, 17) se usa la palabra jazaq, que significa que Dios haría "firme" el corazón de Faraón de modo que no se conmoviera y cambiaran sus sentimientos hacia Israel.

En el pasaje del cap. 7:3 se usa otra palabra hebrea, qasháh, que implica que el Señor haría "duro" o "insensible" el corazón de Faraón. En el pasaje del cap. 10:1 se usa una tercera palabra, kabed, la cual significa que Dios había hecho "pesado" el corazón de Faraón, o insensible a la influencia divina, Que las diferentes palabras se usan más o menos indistintamente resulta evidente por el estudio del contexto.

Hay también diez declaraciones que indican que Faraón endureció su propio corazón. En cuatro de ellas (caps. 7:13, 22; 8:19; 9:35) se usa la palabra jazaq, "hacer firme", en cinco (caps. 7:14; 8:15, 32; 9:7, 34) la palabra kabed, "hacer pesado", y en una (cap. 13:15) la palabra qasháh, "hacer duro".

El endurecimiento del corazón de Faraón fue evidente, en primer lugar, porque no prestó atención a la demanda del Señor de que dejara ir a Israel.

Su negativa no sólo se expresó durante las plagas que pudieron imitar los magos de Egipto, sino también durante aquéllas que los magos mismos reconocieron que eran "dedo de Dios" (cap. 8:19).

Continuó también después de que cayeron sobre los egipcios y no sobre el pueblo de Israel, la cuarta y la quinta plagas, un hecho del que fue informado el rey (9:7).

EL ENDURECIMIENTO DE SU CORAZÓN se demostró aún más claramente cuando quebrantó su promesa de dejar salir a Israel bajo la condición de que Moisés y Aarón eliminarían la plaga, y cuando se vio forzado a confesar que había pecado (cap. 9:27). De modo que cuando se le dijo a Moisés, antes de llegar a Egipto, que el Señor endurecería el corazón de Faraón (cap. 4:21), Dios se refirió a la continua negativa del rey de obedecerle y dejar salir a los israelitas.

Dios no se complace con el sufrimiento y muerte de los impíos, sino que desea que todos se arrepientan y se salven (Eze. 33:11; 1 Tim. 2:4; 2 Ped. 3:9) y hace que su sol brille sobre los malos y los buenos (Mat. 5:45).

PERO, ASÍ COMO EL SOL afecta los diversos materiales de una manera diferente, de acuerdo con la naturaleza de ellos (derrite la cera y endurece la arcilla, por ejemplo), así también la influencia del Espíritu de Dios sobre los corazones de los hombres produce diferentes efectos de acuerdo con las condiciones del corazón.

El pecador arrepentido permite que el Espíritu de Dios lo conduzca a la conversión y a la salvación, pero el impenitente endurece más y más su corazón. La mismísima manifestación de la misericordia de Dios, en el caso de uno, conduce a la salvación y la vida, y en el caso del otro, al juicio y a la muerte; a cada uno de acuerdo con su propia elección. (1CBA) MHP


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